En otoño comienza el frío, el viento azota las hojas y
los árboles se desnudan, pero afortunadamente los libros no son de hoja caduca.
El invierno nos trae gélidas temperaturas, pero el calor
del hogar se disfruta más junto a un tazón de leche calentita y un libro.
La vida estalla y florece en primavera, como las palabras
que se escapan de los libros, al tiempo que vuela nuestra imaginación.
Y el verano nos regala el tiempo libre, la tranquilidad
de una tarde de sol con un buen libro saboreado sin prisas.
Leemos todo el año...
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