lunes, 5 de marzo de 2018

Y ANTES DE DESPERTAR, VOLVERTE A ABRAZAR



Y antes de despertar, volverte a abrazar es el título del relato con el que Andrea Abarquero Alba, de 4º de ESO C, obtuvo el primer premio en la modalidad de relato corto de la categoría de 3º y 4º de ESO). Un relato precioso dedicado a su abuela materna a la que recuerda en sueños. Gracias por compartirlo con nosotros, Andrea. Os lo dejamos a continuación y os invitamos a que disfrutéis de su lectura.

Anoche, mientras dormía profundamente, como si fuera una canción, los recuerdos de aquella historia comenzaron a brotar cuan notas en un pentagrama. Por un momento, traté de hacer caso omiso a la melodía que aún sonaba de fondo; aunque no lo conseguí. Mirando a la nada, y a su vez pensando en todo, algo impedía que no me pudiera resistir  a escribir sobre todos esos recuerdos que evocaron en mi mente la imagen de aquella mujer.

Se llamaba Josefa y vivió no hace tantos años. Huérfana de padre a los ocho años, en tiempos de posguerra se vio obligada a trabajar y a sacar a su familia hacia delante. Se casó muy joven y ni ella ni su marido tuvieron nada en pertenencia más que sus propias manos.

No tuvo corona, pero en su momento fue princesa. Fue valiente aunque a veces tuviera miedo. Se mantuvo fuerte no por ella, sino por los demás. Lo sacrificó todo siendo una princesa durante todo el tiempo que duró su reino.

Se llamaba Josefa y entre trabajo y trabajo, puchero y remiendo, parió cuatro veces y crió a nueve niños. E incluso vio morir al que durante tantísimos años fue su compañero y punto de apoyo, justo cuando más le hizo falta. Viviendo, aún sin ganas de vivir. Viendo su vida y todos los errores que unos tras otros se iban acumulando resumidos y justificados en cada paso doble de carnaval. Oh, cómo aguardaba que llegara  aquel camaleón de febrero, en el que el orden  de las cosas se invertía y se sentía florecer. Eran cada uno de esos pasodobles lo que les recordaban las ganas de vivir que poco a poco le fueron arrebatadas.

Se llamaba Josefa, quizás antes de irse, no fue consciente de que durante todo el tiempo que estuvo en el mundo fue una heroína; a pesar de que ninguna calle llevara su nombre, ningún libro recogiera sus memorias y ninguna placa recordaraque fue madre y cocinera y costurera y enfermera y limpiadora…

Se llamaba Josefa, y hoy escribo de ella porque me dolería que fuera olvidada como tantas mujeres lo fueron por no hacer nada “verdaderamente importante” a lo largo de su vida.

Porque no fue una persona cualquiera. Porque Josefa fue mi abuela y si tuviera la oportunidad, no pediría otro deseo en el mundo que volver a entre sus brazos, escuchando su voz como si de una canción verdaderamente se tratara, que me hiciera quedar dormida para noche tras noche de nuevo volver a abrazarla.

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