Y antes de despertar, volverte a abrazar es el título del relato con el que Andrea Abarquero Alba, de 4º de ESO C, obtuvo el primer premio en la modalidad de relato corto de la categoría de 3º y 4º de ESO). Un relato precioso dedicado a su abuela materna a la que recuerda en sueños. Gracias por compartirlo con nosotros, Andrea. Os lo dejamos a continuación y os invitamos a que disfrutéis de su lectura.
Anoche, mientras dormía profundamente, como si fuera una canción,
los recuerdos de aquella historia comenzaron a brotar cuan notas en
un pentagrama. Por un momento, traté de hacer caso omiso a la
melodía que aún sonaba de fondo; aunque no lo conseguí. Mirando a
la nada, y a su vez pensando en todo, algo impedía que no me pudiera
resistir a escribir sobre todos esos recuerdos que evocaron en
mi mente la imagen de aquella mujer.
Se llamaba Josefa y vivió no hace tantos años. Huérfana de
padre a los ocho años, en tiempos de posguerra se vio obligada a
trabajar y a sacar a su familia hacia delante. Se casó muy joven y
ni ella ni su marido tuvieron nada en pertenencia más que sus
propias manos.
No tuvo corona, pero en su momento fue princesa. Fue valiente
aunque a veces tuviera miedo. Se mantuvo fuerte no por ella, sino por
los demás. Lo sacrificó todo siendo una princesa durante todo el
tiempo que duró su reino.
Se llamaba Josefa y entre trabajo y trabajo, puchero y remiendo,
parió cuatro veces y crió a nueve niños. E incluso vio morir al
que durante tantísimos años fue su compañero y punto de apoyo,
justo cuando más le hizo falta. Viviendo, aún sin ganas de vivir.
Viendo su vida y todos los errores que unos tras otros se iban
acumulando resumidos y justificados en cada paso doble de carnaval.
Oh, cómo aguardaba que llegara aquel camaleón de febrero, en
el que el orden de las cosas se invertía y se sentía
florecer. Eran cada uno de esos pasodobles lo que les recordaban las
ganas de vivir que poco a poco le fueron arrebatadas.
Se llamaba Josefa, quizás antes de irse, no fue consciente de que
durante todo el tiempo que estuvo en el mundo fue una heroína; a
pesar de que ninguna calle llevara su nombre, ningún libro recogiera
sus memorias y ninguna placa recordaraque fue madre y cocinera y
costurera y enfermera y limpiadora…
Se llamaba Josefa, y hoy escribo de ella porque me dolería que
fuera olvidada como tantas mujeres lo fueron por no hacer nada
“verdaderamente importante” a lo largo de su vida.
Porque no fue una persona cualquiera. Porque Josefa fue mi abuela
y si tuviera la oportunidad, no pediría otro deseo en el mundo que
volver a entre sus brazos, escuchando su voz como si de una canción
verdaderamente se tratara, que me hiciera quedar dormida para noche
tras noche de nuevo volver a abrazarla.
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