Hace muchos años, en su casa de Bogotá, al frente del
Parque de la 88, Santiago Gamboa, le
preguntó a García Márquez si nunca había sentido la tentación de escribir una
novela negra. «Ya la escribí -me dijo-,
es Crónica de una muerte anunciada.»
Afuera, sobre el césped verde, amos y perros daban el paseo del mediodía bajo
un sol radiante, raro en Bogotá para el mes de febrero. «Lo que sucede es que yo no quise que el lector empezara por el final
para ver si se cometía el crimen o no -continuó diciendo-, así que decidí
ponerlo en la frase inicial del libro.» Era la primera vez que veía a
García Márquez. Él había aprendido a amar la literatura por haber leído, entre
otras cosas, sus novelas y estaba muy emocionado escuchándolo. «De este modo agregó- la gente descansa de
la intriga y puede dedicarse a leer con calma qué fine lo que pasó. » Dicho
esto enumeró una larga serie de historias de género negro en la literatura y concluyó
que su preferida era Edipo Rey, de
Sófocles: «Porque al final uno descubre que
el detective y el asesino son la misma persona».
Gamboa, al final del prólogo nos confiesa lo siguiente:
“No recuerdo cuándo leí por primera vez esta Crónica
de una muerte anunciada, pero sé que fue en Bogotá, hace ya más de
quince años, recuerdo, eso sí, el extraño y sobrecogedor efecto que me llevó a
desear, en cada página, que alguien detuviera a los hermanos Vicario, que se
evitara esa muerte absurda que los condenaba a todos. Pero la muerte ya estaba
anunciada; y aún hoy, al releerlo, vuelvo a sentir que es posible, en medio de
la tragedia, que los cuchillos no alcancen a Santiago, que alguno de los
mensajeros llegue a tiempo y él escape, que la puerta de su casa se abra. Y no
sucede. Santiago Nasar vuelve a morir. Me pregunto si los lectores de este
libro, dentro de doscientos o trescientos años, desearán lo mismo al leer sus
páginas. Quizás sí. Lo que es seguro es que Santiago Nasar y su muerte anunciada
serán en ese entonces una de las pocas cosas de nuestra época que aún estarán
vivas”.
¡Si ya te muerde la curiosidad, ven a la biblioteca y llévatelo!
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