¿Qué más necesita una sociedad de la educación que la felicidad de
las personas? ¿Y qué más deberíamos querer para nuestros hijos que su
felicidad? (...) El interés por el placer y la alegría de los niños
naturalmente lleva un aprecio a su espíritu lúdico, pues de pocas cosas
gustan tanto los niños como de jugar; pero no sólo me parece importante
llamar la atención sobre la importancia del juego en el desarrollo
infantil, sino también señalar la importancia de su violación por
la educación autoritaria, que característicamente avasalla a los niños
haciéndolos instrumentos de las fuerzas del mercado (...) No es otra
cosa que explotación la prioridad que se le ha llegado a dar en la
situación escolar a la aprobación de exámenes y a la competencia por las
calificaciones, que premian la vanidad y despojan al aprendizaje del
placer en la medida en que arrasan con el deseo natural de aprender".
CLAUDIO NARANJO.
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